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“No somos un ministerio grande, pero sí somos un gran ministerio”

Un joven caminaba por la calle cuando un desconocido le entreg un papel.

Un joven caminaba por la calle cuando un desconocido le entreg un papel.

Hay una vacante de empleo, podras postularte.

l agradeci con una sonrisa. Tena ganas de trabajar y ese papel pareca una oportunidad.

Esa noche prepar con esmero su hoja de vida. Haba estudiado duro, tena buenas calificaciones y soaba con entrar a una gran empresa.

Al da siguiente se present puntual en el lugar. Era una oficina elegante. Lo recibi el dueo de la empresa, un hombre de mirada firme, pero amable. Revis su currculum con inters y le pregunt:

Recibiste alguna beca en la escuela?

No, seor, respondi el joven.

Y quin pag tus estudios?

Mi padre. l es herrero.

El empresario lo mir con atencin. Luego le dijo:

Mustrame tus manos.

El joven extendi sus manos. Eran suaves, sin heridas, sin callos.

Alguna vez ayudaste a tu padre en su trabajo?

El joven baj la mirada y confes:

No, seor. Mis padres siempre quisieron que me concentrara en mis estudios. Nunca lo ayud en la herrera.

El empresario se qued un momento en silencio. Luego dijo:

Quiero que esta noche vayas a ver las manos de tu padre. Obsrvalas bien. Y maana, si todava quieres este trabajo, vuelve.

El joven no entendi del todo, pero acept.

Esa noche, cuando su padre lleg del trabajo, lo estaba esperando. Lo mir, se acerc y le tom las manos con cuidado.
Estaban llenas de callos, cicatrices, marcas profundas
Eran manos de lucha, de esfuerzo, de aos de sacrificio.

Qu haces, hijo? le pregunt el padre, sorprendido.

Solo quera ver algo, respondi el joven, conteniendo las lgrimas.

Esa noche no durmi. Por primera vez sinti una mezcla de vergenza y gratitud.
Haba tenido todo, y nunca haba valorado de verdad el trabajo de su padre.

A la maana siguiente regres a la empresa. Esta vez, antes de sentarse, mir al empresario y dijo con firmeza:

Seor, ahora entiendo. Vi las manos de mi padre. Vi todo lo que ha sufrido para darme estudios. Nunca lo ayud, y sin embargo, l nunca se quej.
Ahora lo respeto como nunca antes. Y si me contrata, le prometo que voy a dar lo mejor de m.

El dueo sonri y respondi:

Eso es justo lo que busco.
Gente con humildad, con empata, que entienda el esfuerzo de los dems.
Ests contratado.

Reflexin:

No basta con formar hijos inteligentes.
Tambin hay que ensearles a mirar con gratitud.
A reconocer el esfuerzo de quienes han trabajado en silencio para darles todo.
Porque hay manos que nunca pidieron nada
pero merecen ser honradas con todo.

Los libros educan la mente.
Pero el respeto educa el corazn.

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