
(Un Insolente de corazn!)
(Un Insolente de corazn!)
Me levanto, desayunamos y me invita a dormir la siesta a su lado. Ya no le gustan las fotos, cumpli 90 aos. Una jefe ma me dijo que yo porqu suba fotos con ella enferma
Y s, est achacadita pero es un roble. Los que la conocen saben lo vanidosa y hermosa que fue. Yo sala con ella y nos paraban a decirme que si era la actriz de ‘Titanic’.
Me la llevaba a mis trabajos y a mis eventos. La acreditaba como periodista y solo una vez Arturo Calle pregunt qu haca una abuela en el lanzamiento de su nueva colección. La mir y le dijo: -Usted est muy elegante, seora. Y ella respondi: -Gracias. Mi nieto me trajo. Yo segu: -Disculpe, no tena con quin dejarla. “Tranquilos, bienvenidos”, sonri. -Sufra yo por dentro-.
Tambin nos disfrazbamos en Halloween.
Us tacones hasta los 85 aos, maquillaje y tintura dorada. Sus ojos azules ya miran tristes. Ya no quiere ni esmalte rojo en las uas. La bao y ella misma desconoce su cuerpo y me dice: -Mijo, mire cmo estoy de acabada. Yo me volteo porque no puedo llorar delante de ella y le cambio el tema y la animo y le traigo su leche caliente con Ensure. Y respiro porque es muy difcil ver que una persona que hizo tantas cosas en su vida, que estudi Contadura en una poca en donde las mujeres no tenan derecho a nada, trabaj en la Contralora Gnal. de la Nacin hasta pensionarse, educ, cocin, teji, pint, ahora solo espera el llamado de Dios y lo anhela a diario. Me dicen conocidos que si estoy preparado. Yo les digo que s. A veces no s, porque me levanto asustado cuando no la oigo roncar y se me paraliza el corazn de imaginarme su partida. Y no sabra a quin llamar primero cuando pase.
Discuto con ella porque no come. Con mucha dificultad le cuchareo. Hace un tiempo, me enviaban seguido a la Polica y hasta me demandaron mis vecinos por abandono y maltrato. Pero les dije: -Yo tengo que trabajar, estudiar, hacer mi vida y construir mi futuro, porque ella se va y yo me quedo. Lo entendieron con el paso de los 10 aos que ha estado a mi cargo. No se ama en un hogar geritrico. Y yo decid que debe estar en su casa. La que ella trabaj por conseguir. Esa fue la voluntad de mi mam cuando falleci aqu mismo. “Cudala”, me dijo.
Johann Benavides.
L
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