“No somos un ministerio grande, pero sí somos un gran ministerio”

Sin el Maestro no podemos ir?

Sin el Maestro no podemos ir?

AAutor:Erisbel Castaneda

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Sin el Maestro no podemos ir?

 

El ms indicado para mostrar el camino es quien tiene la visin. Jonhs C. Maxwell comenta que, un lder tendr seguidores una vez que sepa dnde va, como har el viaje y si es capaz de conducirlos en la direccin correcta. Christopher Shaw dijo con suma razn; todos nosotros tenemos la tendencia a creer que la vida comienza y termina con nosotros, que el ministerio en el cual servimos naci por iniciativa nuestra y que todo gira en torno de nuestra existencia. Con esta perspectiva sumamente pequea de las cosas, nuestras inversiones tienden a ser temporales y nuestro compromiso pasajero.

 

Sin embargo, cuando entendemos que lo nuestro es una parte muy pequea de algo mucho ms grande que nosotros; el sentido de categora disminuye notablemente. No somos indispensables para nada, ni lo que estamos haciendo resulta tan fundamental como creemos. Se nos ha concedido la gracia de participar en los proyectos eternos del Seor pero mucho antes de que nosotros llegramos, l estaba movindose y mucho despus de que hayamos desaparecido, l seguir su direccin. Lo que hacemos tiene sentido, cuando se contempla dentro de las pinceladas del eterno Dios a quien servimos.[1]

 

La potencia salvadora del evangelio es eficaz en un conjunto de verdades. La presencia misma de Dios hace realidad sus promesas, una vez que se dispone liberar su pueblo de sus presuposiciones, las cuales impiden ver lo que l est haciendo. En el cumplimiento del tiempo y para cuando resolvi revelar a su Hijo lo hizo a travs de su presencia, al igual que decide revelar su grandeza a travs de la iglesia en la tierra, an lo sigue haciendo a travs de su manifestacin. Por consiguiente, jams el creador a estado lejos de sus criaturas, sino mucho ms cerca de cuanto hayamos podido interpretar.

 

El llamado actual de Dios para hacer misiones, e ir en direccin a su mandato viene a ser la continuidad de la obra que l mismo comenz. Dios ubica nuestras vidas en el lugar exacto, para saber la direccin establecida antes de hacer las cosas por nuestra inspiracin. Las Escrituras en el libro hecho de los apstoles nos revela el mandato de Jess y en ello, la disposicin de compartir la misin a travs de su Espíritu Santo. La literatura bblica nos recuerda la necesidad de entender que, sin el maestro no podemos ir.

 

 

El maestro de galilea instruyo a sus discpulos, para que permaneciesen en Jerusaln hasta que recibiesen la promesa del Espíritu Santo, el cual les guiar hacer la misin encomendada. De igual forma es el Espíritu enviado, quien posee en s mismo el poder para hacer, guiar, y establecer la obra en nombre de Jess. Entre tanto que, cualesquier ser humano necesita reorientar su direccin, el Espíritu tomara del Mesas y har segn lo previsto. Para esto, Dios mismo testifico junto a sus comisionados sobre lo tocante a su salvacin.

 

Ministerio del Espíritu Santo. Las consecuencias de un mundo cado y en direccin hacia las tinieblas, traer desafos para los cuales el hombre no se halla preparado. En cambio, una vez que acepta la direccin de Dios, hallar en l, la fuerza necesaria para realizar su labor. Una vez que el Espíritu Santo vino a los discpulos, fue notorio a todos cuantos estaban en Jerusaln. El grupo de discpulos paso inadvertido ante los visitantes, sin embargo, se puso de manifiesto la presencia de los mismos a causa de la revelacin divina.

 

Uno de los errores ms comunes es ver en las personas el centro de la misin a la que fue encomendada. He visto ms hombres perder la direccin del ministerio, a causa de este error, que de cualesquier otro motivo. En la peregrinacin de Israel por el desierto, hacia la tierra de Canan Dios hablo a Moiss sobre la ingratitud y rebelda de su pueblo, por lo que haba pensado borrar su existencia de la tierra y formar un nuevo pueblo. El caudillo por su parte, rogo el perdn y el favor de quien le enviaba. Por consiguiente, en la misin podemos aceptar que somos necesarios pero no imprescindibles.

 

Otra forma es predicar el evangelio, con el propsito de ver un templo lleno de personas actitud que no revela la misin para lo cual la iglesia ha sido establecida. De hecho, debemos anhelar y ministrar con la visin de ver una congregacin crecer y extender el mensaje de Dios. Sin embargo, debemos definir si nuestra misin es llenar nuestros salones de personas cosechar las almas a travs de la verdad del evangelio para discipular sus vidas y seguir las pisadas de Jess en la evangelizacin. Por su parte el evangelio nos desafa a presentar el mensaje de la cruz unido a la negacin de nosotros mismos, la cual obrara para orientar al nuevo creyente en el modelo bblico.

 

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