Porque el Seor es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos Sal 138:6 – Estudiemos Lucas 18:10
Adapt un poco este relato en la pgina de Internet de Dynamic Preaching.
La alarma del reloj son, era domingo de nuevo. Estaba cansado, sooliento. Era el nico da de la semana que poda dormir! Pero me levant pues saba que si no lo haca estara sintindome culpable todo el da. Despus de todo no sera por mucho tiempo; as que me ba, me vest y despus de estacionar mi automvil, fui a sentarme en el banco de la iglesiajusto a tiempo. Baj mi cabeza reverente y cerr mis ojos en actitud de oracin. De repente, sent el zapato del hombre sentado a mi lado que tocaba el mo.
– Cmo se atreve a molestarme de esa forma? Por qu no acomoda su enorme persona mejor en el banco?Por qu tiene que tocar mi persona con su sucio zapato? me dije, sin abrir mis ojos ni siquiera para mirar al hombre del zapato.
A pesar de lo molesto que me sent, no le molest con mis reclamos. Comenc a orar:
– Padre, este hombre no tiene orgullo. Cmo es posible que venga a tu casa sin haber limpiado sus zapatos? Peor an, viene a tu casa con los peores zapatos que tiene. Mralos! Seor, tienen boquetes en los lados Gracias por tu bendicin– as continu mi oracin.
A mi lado el hombre del zapato mugroso, comenz a alzar su voz:
– Gracias, Seor, te adoro mi Dios, t eres grande!– deca sin vergenza ninguna.
Trat de volver a concentrarme en mi oracin, pero el ruido era insoportable. Cuando el periodo de oracin termin, comenz la adoracin. Y el hombre del zapato mugroso, se puso de pie y comenz a levantar su voz y sus manos al cielo, mientras lgrima corran por su rostro.
–Parece muy orgulloso de su voz– dije para mis adentros.
–No puede darse cuenta que parece un mamut desafinado?.
En eso, lleg el momento de las ofrendas. Todos los asistentes ponan sus ofrendas silenciosas en los platillos. Pero el hombre del zapato mugroso no. l detuvo al ujier, mientras meta su mano en el bolsillo de su pantaln. Sac todo el bolsillo hacia fuera, y luego se oy, con escndalo, las monedas que caan en l. Por fin lleg el sermn del pastor, el cual me aburri, hasta el cansancio. Para mis adentros deca:
– Cundo acabar esta eterna tortura?.
Sin embargo, al hombre del zapato mugroso, parece que le gust pues las lgrimas corran por sus mejillas. Por fin la tortura termin y el pastor, estimul a la congregacin a saludar al hermano que tenamos al lado. Entonces, por primera vez, levant mis ojos para mirar el rostro del hombre del zapato mugroso.
Con disimulo le dije:
–Bienvenido hermano – y extend por cortesa mi mano.
El hombre del zapato mugroso, limpi su mano sobre su camisa, antes de estrechar con efusin la ma, mientras con lgrimas en sus ojos, me deca:
– Oh, gracias hermano. He venido todo un mes a esta iglesia y es usted la primera persona que me saluda. Bueno, la verdad es que estuve todo el culto tocndole con mi zapato, para que notara que yo estaba all. Perdone la apariencia de mi zapato. Antes de salir para la iglesia, los lustro con cuidado, pero despus de mi largo camino hasta aqu se vuelven a empolvar mis nicos zapatos.
Un golpe de vergenza corri por mi rostro, y con lgrimas en los ojos abrac al hombre del zapato mugroso, mientras le deca:
–Gracias hermano, por tocar mi alma con su zapato.
Oremos por un bautismo de amor en la congregacin
Por: Griselle M. Trujillo gtrujillo913@gmail.com
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