“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién [es] este Rey de gloria? El SEÑOR el fuerte [y] valiente, el SEÑOR el valiente en batalla” (Salmos 24:7, 8).

“Cristianismo es una batalla, no un sueño.” (Wendell Phillips)

Es una batalla contra las viejas costumbres, contra los vicios que seducen, contra las mentiras que parecen más apropiadas, contra los modismos que llevan a la ruina. Es una batalla en la busca de ser diferente, de ser más verdadero, de querer ser Santo, de querer tener una morada en el Cielo al lado de Dios.

Ser cristiano es creer que siempre hay esperanza, que todo es posible, que vale a pena andar en la contramano del mundo. Es una batalla que produce goce y que empieza a ser luchada con la certeza de victoria. Es una batalla que produce vida abundante y que conduce a la vida eterna.

El Señor nos dice que en el mundo tendremos aflicciones, pero nos aconseja a mantener el ánimo. Dice que seremos perseguidos, pero nos garantiza que mismo así somos bienaventurados. Dice que estará con nosotros en la batalla, que no debemos temer, que nos ayudará siempre. No es un sueño… es una realidad que llena nuestros corazones de júbilo.

Hay un himno que dice: “En la batalla contra el mal, sê valiente”. Y nos consola con “Y serás un vencedor, sê valiente”. Es eso que somos: guerreros batallando por el Señor, alumbrando el mundo con la luz de la salvación, transformando vidas y lares con determinación. Y en el final… descansaremos en las moradas celestiales, al lado de Dios, eternamente.

¡Estamos en la batalla! ¡El Señor glorioso está con nosotros en la batalla! ¡La Vitória es cierta!

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