Para Reflexionar… Qu Hay En Nuestros Cestos?

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazn; Porque de l mana la vida” (Proverbios 4:23).

Cierto pastor, en un culto por la maana, despus de la oferta ser recogida, tom los dos cestos de ofrendas y, levantndolos, or: “Seor, aqu est lo que pensamos de Ti, lo que hablamos de Ti, el valor que T tienes para nosotros.”

Lo que aquel pastor estaba queriendo demostrar a la iglesia, es que si el compromiso de los hermanos con Dios an no haba llegado al bolsillo, entonces no haba llegado al corazn. Y si no haba alcanzado el corazn, entonces no haba compromiso alguno con el Seor.

Y esa realidad no se refiere slo al dinero que sostiene la predicacin del Evangelio. Podemos decir lo mismo acerca de nuestro tiempo, de nuestras prioridades, de nuestro amor a Dios. Si no demostramos claramente que estamos comprometidos con la obra del Seor, ofreciendo lo mejor de nuestro tiempo para servirle, colocndolo en primer lugar en todo lo que hacemos, amndolo en cualquier situacin, independientemente de las circunstancias, entonces lo cesto de nuestra relacin con el Seor Jess estar tan vaco como los de las ofrendas de aquella iglesia de nuestra historia inicial.

Cuando decidimos poner en el altar de Dios nuestra oferta, sea de dinero u otra, para qu lado miramos? Para el de aquellos que nos observan y nos juzgan todo el tiempo? Para el de los que nos ignoran, como si nada furamos en la iglesia? Para los dos lados, como a querer mostrar que somos fieles y participativos? O slo para lo alto, para el Seor Todopoderoso, con el nico pensamiento a afirmar: “Seor, lo que te doy, lo que yo te ofrezco de todo corazn, y todo lo que hago es muy poco delante de la gratitud inmensa que existe en mi corazn por todo lo que has hecho en mi vida ya travs de ella?

Cuando el cesto de ofertas de su vida sea levantado por el Seor, qu contendr?