S, pues, comis o bebis, o hacis otra cosa, hacedlo todo
para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31).
Un hermano de la iglesia, acostumbrado a ser alabado por
todo lo que haca, pensaba que era el mejor cantor, el que
ms visitaba a los enfermos, el que mejor contestaba las
preguntas de la Escuela Bblica, el que mejor se expresaba
cuando era invitado a hablar durante el servicio. Cuando
haba algo muy simple que hacer, se lo dejaba a otros.
Despus de todo, no poda perder el tiempo en cosas sin
importancia. Un da, muy cansado, se qued dormido durante
el servicio y tuvo un sueo rpido donde vio la pared del
templo con un agujero, donde faltaba un ladrillo. Fue a
quejarse al pastor y escuch que era el ladrillo que deba
haber dado para la obra y no lo envi, porque siempre estaba
ocupado con las grandes cosas de la iglesia. Se despert
sobresaltado y entendi el mensaje del Seor para l en
aquella noche.
La mayor obra que podemos hacer para Dios es lo que l
quiere que hagamos. Algo muy pequeo y aparentemente sin
valor es quizs lo mejor que podemos hacer para magnificar
el nombre de Jess. El orgullo no nos lleva a ninguna parte.
La vanidad solo obstaculiza nuestro crecimiento espiritual.
La humildad glorifica a Dios y bendice a todos a nuestro
alrededor.
Mejor es la pequea accin con el amor y la direccin de
Dios que la grande que solo sirve para recibir aplausos y
ser glorificado aqu en la tierra. Y solo el Seor merece
aplausos y alabanzas. Solo el Seor puede darnos la
verdadera felicidad y la vida eterna.
Puede ser que nuestra iglesia tenga un agujero en la pared,
y si hacemos caso, todo es culpa nuestra. Todo lo que
hacemos debe ser para el honor y la gloria de Dios.
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