“Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma” (Isaías 55:3).

“Para proporcionar momentos agradables a algunas personas, todo lo que tienes que hacer es escuchar.”

Lo mismo se aplica a nuestras vidas. El simple acto de oír puede transformarnos completamente. Cuando oímos lo que el Señor nos dice, todo se vuelve nuevo y la felicidad empieza a formar parte de nuestros sueños. Cuando oímos que Él está a nuestro lado, perdimos el miedo y seguimos tranquilos. Cuando oímos que Él nos ayuda, nada más es difícil para nosotros.

El oír a Dios nos trae fe, nos trae esperanza, nos trae fuerzas para superar obstáculos y para perseverar en cualquier circunstancia. Cuando lo oímos, somos capaces de ver el sol aun estando todavía bajo una fuerte tempestad. Podemos vislumbrar la fuente de aguas claras, incluso cuando andamos por el desierto. Podemos ansiar por la vida, aun estando ante la muerte.

¿Quieres vivir mejor? Preste atención . escuche.

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