Para reflexionar… ¿Dónde están? ¡Desaparecieron!

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).

Dios está buscando cristianos fieles a la visión recibida, para, a través de estos hombres y mujeres, levantar santuarios rotos y llevar a las naciones a sus rodillas.” (Oswald Chambers – adaptado)

¿Estamos satisfechos con la dirección que toman nuestras iglesias? ¿Ha sido más fácil asistir a servicios donde la santidad y la comunión con el Señor no son esenciales? ¿Ha sido más agradable escuchar a los artistas bailar con luces de colores que escuchar la santa Palabra que transforma al pecador? ¿Ha sido más emocionante participar en “baladas” cristianas que caminar junto a Cristo hacia la vida eterna en el cielo? ¡La iglesia del Señor ha dejado de orar! ¿Dónde están las reuniones de oración que nos llevaron alegremente al santuario cada semana?

¡La iglesia ha dejado de estudiar la Biblia! ¿Dónde están los servicios de estudio bíblico que nos enseñaron tanto a vivir según la voluntad de Dios? ¿Y dónde están las escuelas bíblicas? ¿Dónde están las salidas de evangelismo puerta a puerta? ¿Dónde están las alabanzas públicas que reunieron multitudes en las plazas? Lo que se hace hoy es a puerta cerrada y casi siempre con entrada pagada por los miembros.

Necesitamos estar ante la cruz de Cristo, el estandarte del Señor, para decir con un corazón abierto a Dios: “Estoy aquí para ayudar a cambiar esta situación. Cuente conmigo”.

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