“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Seor tu Dios estar contigo en dondequiera que vayas” (Josu 1:9).
Un ministro estaba hablando en una cena de la iglesia en su honor antes de partir hacia su campo misionero. “Hermanos y hermanas”, dijo, “les agradezco su apoyo y todos sus amables deseos, y quiero que sepan que cuando est en ese campo misionero lejano, rodeado de salvajes sonrientes y feos, siempre los recordar”.
Mientras lea este texto divertido, comenc a pensar en nuestro ministerio misionero. Cada uno de nosotros, que deja el trabajo, la familia, el hogar y todo lo dems, siempre recordar y siempre depender de los amigos y hermanos que dej en su ciudad natal. Dejamos todo menos el anhelo y la necesidad de contar con todos los que nos aman y se quedaron atrs.
Nuestra necesidad no es solo financiera, sino tambin de apoyo emocional, cartas de aliento, palabras que se fortalecen en momentos de frustracin, desilusin, incertidumbre e incluso miedo. Un misionero no es un ser extraterrestre, a diferencia de cualquier otra persona. Siente las mismas necesidades que los dems.
Ni siempre tienes que estar en la jungla para sentirte rodeado de miedo. A menudo nos sentimos rodeados de pnico incluso en las grandes ciudades. Y es en este momento que los queridos hermanos y la querida familia son importantes. El afecto de todos nos fortalece y las luchas se alivian. Todos juntos forman una barrera protectora para los misioneros que tienen el propsito de salvar vidas y edificarlas para la gloria del Seor.
Ayuda a tus misioneros! Cudalos bien! No dejes que nada les falte!
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