“Los que confan en el Seor son como el monte de Sion, Que no se mueve, sino que permanece para siempre” (Salmos 125:1).
Muchas veces pasamos nuestros das construyendo castillos de ilusiones que luego se deshacen. Si construimos castillos de verdad, enseando lo mismo a nuestros hijos, entonces estaremos firmes como la roca y seguros de que nuestros castillos permanecern… para siempre.
El mundo es una tienda de materiales de construccin de esos castillos ilusorios, falsos, sin base, pasajeros. No tardan y empiezan a caer. La Palabra de Dios nos proporciona los materiales para una vida slida, inquebrantable, duradera.
Si miramos por las ventanas de los castillos de ilusin del mundo, nada vemos de bueno. Slo desilusin, angustia, sufrimiento y desesperanza. Los castillos construidos con la direccin de Dios nos muestran pastos verdes, aguas tranquilas, vida abundante, felicidad. El Gran Seor de ese castillo nos protege, nos abraza, nos consuela en los malos das, nos conduce, con gran amor, a las moradas eternas de gloria.
De qu adelantan los falsos castillos? De qu adelantan las promesas que jams sern cumplidas? De qu sirve un envoltorio de colores sin nada dentro? El ingeniero espiritual de esos castillos ilusorios slo tiene una cosa que ofrecer: destruccin.
Si deseamos das bendecidos y verdaderamente felices, ponemos nuestras vidas en el altar de Dios e invitamos a Jess a vivir en nuestros corazones. Seremos un castillo iluminado y disfrutaremos de la alegra del Seor aqu en este mundo y en lo que vendr despus de l.
Est construyendo castillos de ilusiones o un nico castillo, de plena verdad, que permanecer firme para siempre?
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