“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Seor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Seor” (2 Corintios 3:18).
Una nia, en una clase bblica, le dijo a la profesora, al preguntarle sobre sus padres: “Me gustan mis padres, pero los conoc ya muy tarde para cambiar sus hbitos.”
Al contrario de lo que pensaba aquella pequea nia, nosotros, al conocer a nuestro Padre, tenemos la oportunidad y la gran bendicin de cambiar nuestros hbitos y actitudes. Todo lo que no era bueno en nuestras vidas comienza a transformarse. El pasado se queda atrs y empezamos a vivir nuevos tiempos, mucho ms felices.
No hay malos modos que no puedan ser reparados. No hay restos de odio que no puedan ser retirados para que el amor asuma su lugar. No hay incredulidad que resista a la llegada de la fe y de la esperanza. No hay incertidumbres que puedan impedir nuestra certeza de un da vivir en el cielo, con Dios, para siempre.
Cuando Jess es Seor de nuestras vidas y de nuestra casa, no hay hbitos que necesiten ser cambiados, no hay rebelda que necesite ser contenida, no hay murmuracin que deba ceder espacio para la alabanza. Todos tienen el placer de vivir en la presencia del Seor, todos brillan y iluminan el ambiente, todos testifican de una vida llena del Espíritu de Dios. Los que los visitan anhelan tener sus hbitos transformados a fin de experimentar la misma tranquilidad y felicidad.
Sus hbitos todava necesitan ser cambiados o el Seor Jess ya hizo el cambio necesario?
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