Ttulo: Jess hace una adivinanza
Tema: Jess deja perplejos a los principales sacerdotes y los ancianos con una adivinanza (Propio 21 (26) Ao A)
Objetos: Una esponja, una toalla de mano y un guante (de trabajo).
Escritura: “Jess entr en el templo y, mientras enseaba, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. –Con qu autoridad haces esto? –lo interrogaron–. Quin te dio esa autoridad? Yo tambin voy a hacerles una pregunta. Si me la contestan, les dir con qu autoridad hago esto. El bautismo de Juan, de dnde proceda? Del cielo o de la tierra?” (Mateo 21:23-25 NVI).
Les gustan las adivinanzas? Tengo algunas adivinanzas o acertijos que hacerles esta maana. No son muy difciles, pero tienen que pensar un poquito. Les dir esto: Tengo la contestacin de cada adivinanza aqu en este bolso y es algo que ustedes han visto antes.
He aqu la primera adivinanza. Qu cosa mantiene el agua, sin que se pierda, a pesar de que est lleno de hoyos u orificios? Si crees saber la contestacin alza tu mano. Tengo la contestacin aqu en mi bolso. Es una esponja!
Tengo otra adivinanza para ustedes. Qu se moja mientras est secando? Definitivamente alguien debe adivinar sta. Es una toalla!
Tengo otra adivinanza ms. Escuchen atentamente. Cuando estoy lleno puedo trabajar o jugar; cuando estoy vaco, no hago nada en todo el da. Qu es? Un guante!
Creo que a Jess le gustaban las adivinanzas. A veces las usaba para ensearle a las personas una lección. Un da Jess estaba enseando en el templo. Los sacerdotes y ancianos del templo no crean que Jess era el Hijo de Dios y estaban molestos porque l haba estado haciendo milagros.
“Quin te dio autoridad para hacer estas cosas?” le preguntaron.
Jess les dijo: “Yo tambin voy a hacerles una pregunta. Si me la contestan, les dir con qu autoridad hago esto. El bautismo de Juan, de dnde proceda? Del cielo o de la tierra?”
Los sacerdotes no pudieron contestar la adivinanza de Jess. Si decan que era del cielo, Jess podra preguntarles por qu no le creyeron a Juan el Bautista cuando dijo que Jess era el hijo de Dios. Y si decan que era de la tierra, es decir, de los hombres, el pueblo se pondran en contra de ellos porque ellos crean que Juan era un profeta de Dios.
La nica forma en que pudieron contestar fue: “No sabemos.”
Bueno, tal vez los sacerdotes y ancianos no saban quin le haba dado a Jess la autoridad para hacer milagros, pero nosotros sabemos, su Padre celestial!
Querido Seor, te damos gracias por enviarnos a Jess, tu nico hijo. Te damos gracias porque le diste el poder y autoridad para hacer todas las cosas. En el nombre de Jess oramos. Amn. |