“No somos un ministerio grande, pero sí somos un gran ministerio”

El maestro como alumno

El maestro como alumno

A. P. Gibbs, 1890-1967
Estados Unidos de Amrica Contenido Estudiar las Escrituras Estudiar al Salvador Estudiar a los estudiantes Estudiarnos a nosotros mismos

Quien ensea debe aprender; quien imparte debe recibir. Vamos a hablar de:

  • Estudiar las Escrituras.
  • Estudiar al Salvador.
  • Estudiar a los estudiantes.
  • Estudiarnos a nosotros mismos.
    El maestro cristiano debe ser un discpulo si va a hacer discpulos a todas las naciones, Mateo 28.19. Un discpulo es un alumno, y debe tener en mente siempre la orden del gran Maestro quien dijo, Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de m, Mateo 11.29. De esta escuela de Cristo nadie se grada; un alumno all lo es de por vida. Por cierto, la muerte simplemente introduce a cada cristiano a una esfera donde su instruccin continuar para siempre jams, ya que leemos que en los siglos venideros l va a mostrar las abundantes riquezas de su gloria, Efesios 2.7.
    Bien se ha dicho que de todos aquellos en el mundo que deberan ser aprendices, los maestros estn a la cabeza de la lista. El hecho es que no podemos ser maestros si no somos alumnos, ya que cuando un maestro deja de aprender, l o ella deja de ensear de veras. Si no estudia, no puede inspirar a otros que estudien, ya que la lección del da se imparte con base en el estudio del da. Cuando la mente del maestro se cierra, la del alumno no puede ser abierta.
    Es peligrossima la persona que cree saber todo lo que hay para saber, y por tanto no tiene que aumentar sus conocimientos. A esta clase Dios dice; Si alguno se imagina que sabe algo, an no sabe nada como debe saberlo, 1 Corintios 8.2. Acertadamente pronunci Salomn: Oir el sabio, y aumentar el saber, y el entendido adquirir consejo, Proverbios 1.5.
    Al decir de 2 Pedro 3.1, ahora vamos a despertar con exhortacin nuestro limpio entendimiento, trayendo a la memoria lo que Dios dice en cuanto a nuestra capacidad tan limitada:
  • Nada hemos trado a este mundo, 1 Timoteo 6.7
  • La carne para nada aprovecha, Juan 6.63
  • No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo, Juan 3. 27
  • El que se cree ser algo, no siendo nada, a s mismo se engaa, Glatas 6.3
  • Si uno se imagina saber algo, an no sabe nada como debe saberlo,
    1 Corintios 8.2
  • Separados de Cristo nada podemos hacer, Juan 15.5
  • Sin duda nada podemos sacar de este mundo, 1 Timoteo 6.7
    Cun bueno es saber, en vista de estas afirmaciones que tanto humillan a uno, que a Dios le agrada escoger y utilizar lo vil del mundo y lo menospreciado y lo que no es, para deshacer lo que es, 1 Corintios 1.28.

1 Estudiar las Escrituras

Resueltamente no hay sustituto para el estudio de nuestra Biblia. Nadie puede hacerlo por nuestra cuenta, as como ninguna otra persona puede cumplir con el deber particular de cada uno de orar, servir, dar o dedicarse al Seor Jesucristo. El conocimiento de la palabra de Dios es el privilegio y responsabilidad de cada cual de por s.
Si la obra de la escuela dominical o cualquier otro formato de evangelizacin o instruccin al pueblo de Dios es la de impartir la palabra de Dios a la mente, conciencia y corazn del alumno, entonces el maestro debe conocerla por haberla aprendido diligentemente. l tiene que seguir el ejemplo de Aquel que dijo, Lo que sabemos hablamos, Juan 3.11.
Cada maestro debera estudiar la Biblia en por lo menos cinco maneras:
Primero, debera estudiarla consecutivamente,
para informacin.
Es decir, debe conocer la Biblia en conjunto, cosa que se logra slo con leerla corrida desde el principio hasta el final. Esta no es una tarea tan abrumadora como suena. Se puede leer la totalidad de la Biblia en tal vez 54 horas a un ritmo de 250 palabras por minuto. Al leer tres captulos del Antiguo Testamento cada maana y dos captulos del Nuevo Testamento cada noche, es posible leer todo el Antiguo una vez al ao y el Nuevo dos veces al ao.
Nada puede sustituirla la falta de un conocimiento general de la Biblia. Se trata de un libro interesante que se vuelve ms fascinante cada vez que uno lo considera. Lo menos que el maestro que puede hacer es tratar las Escrituras con la misma cortesa que manifiesta para cualquier otro libro. Por esto debe leerlo en su totalidad y abrazar su mensaje como un conjunto. Debe fijar para s una prctica definida que le permitir leer cada pgina por lo menos una vez al ao.
Segundo, debera estudiarla doctrinalmente,
para estabilizacin.
David pregunt en Salmo 11: Si fueren destruidos los fundamentos, qu ha de hacer el justo? La tragedia es que muchos cristianos ignoran qu constituye esos fundamentos, y por lo tanto son incapaces de discernir los avances del enemigo o combatir las doctrinas falsas con la sana enseanza de la palabra de Dios.
La meta mnima es tener en cuenta las grandes doctrinas que la Biblia revela, de manera que pueda decir con Pablo: Cristo a quien (i) anunciamos,
(ii) amonestando a todo hombre, y (iii) enseando a todo hombre en toda sabidura, a fin de (iv) presentar perfecto en Cristo Jess a todo hombre, Colosenses 1.28. Por esto el maestro hace suya la verdad de la persona y obra de Cristo, la persona y obra del Espíritu Santo, la inspiracin divina de las Sagradas Escrituras, el pecado, la redencin, la regeneracin, la salvacin, la santificacin, la Iglesia y las iglesias, la segunda venida, el estado eterno de los redimidos y el estado eterno del perdido.
Tercero, debera estudiarla tpicamente,
para ilustracin.
La Biblia es un gran libro ilustrado, ya que abunda en tipos (a saber, figuras) e ilustraciones de la persona y la obra de Cristo. Todas las varias ofrendas, los muebles y hermosos adornos del tabernculo y los ritos en su respectivo detalle son como piezas un rompecabezas, las cuales, puestas en su debida relacin la una con la otra, presentan un cuadro completo conforme su Hacedor quera. Nuestro Salvador mismo dijo: Escudriad las Escrituras ellas son las que dan testimonio de m, Juan 5.39. De nuevo l pronunci profticamente: He aqu vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro est escrito de m, Hebreos 10.7. A los desanimados discpulos en el camino a Emas les declaraba en todas las Escrituras lo que de l decan, Lucas 24.27.
Todos los incidentes en la historia de Israel sirven para ilustrar verdades reveladas en el Nuevo Testamento, ya que est escrito: Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y estn escritas para amonestarnos a nosotros, 1 Corintios 10.11. Hagamos uso abundante de este tesoro, y de esta manera aclararemos la verdad que deseamos comunicar al alumno nio, adulto; inconverso, creyente acomodando lo espiritual a lo espiritual, 1 Corintios 2.12 al 14.
Cuarto, debera estudiarla dispensacionalmente,
para aplicacin.
Las dispensaciones ilustran la base del trato de Dios con el hombre a lo largo de las pocas de la historia. Hay muchos que niegan el concepto de dispensaciones perodos de administracin, o gobierno divino y hay tambin quienes lo enfatizan en demasa. El maestro debe guardar equilibrio, discerniendo las diferencias. (O, como lo expresan algunas traducciones, aprobar las cosas que difieren entre s, Filipenses 1.10).
Uno debe distinguir entra la ley y la gracia; la Iglesia de Dios y el reino de Dios; el judo, el gentil y la Iglesia; el tribunal de Cristo para el creyente y el gran trono blanco para el incrdulo; el sbado y el da del Seor; los dones y los galardones; etc. Debe descubrir dnde estn dispensacionalmente en el programa de Dios. Todo esto le permitir llegar a ser obrero que no tiene de qu avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad,2 Timoteo 2.15.
Quinto, debera estudiarla devocionalmente,
para inspiracin.
Hay el peligro un tanto imperceptible de que el maestro llegue a ser tan entregado a instruir a otros que descuide su propia alimentacin espiritual. Esto produce aridez con males que son gemelos: el seco formalismo y la impotencia. Haramos bien en aprender de la vaca. La vemos paseando por los ricos pastos hasta satisfacerse y luego acostada a la sombra de un rbol para asimilar lo que ha acumulado. Al rumiar, ella est repasando lo que ya tiene, y el beneficio se hace evidente a la hora del ordeo. Claro, ella no come ni rumia con miras a damos leche a nosotros; su inters es satisfacerse a s misma! Pero al satisfacer su propia necesidad nos est favoreciendo a nosotros.
Nosotros los maestros debemos pacer en la palabra de Dios. La meditacin sobre lo que hemos captado redundar en provecho para nuestros oyentes, a saber, la leche espiritual no adulterada que permite crecer para salvacin y en la gracia y el conocimiento de nuestro Seor y Salvador Jesucristo.
Cambiando la figura, diremos que cada maestro debe cultivar el huerto de Edn de su propia alma antes de intentar cultivar el huerto de otros, acaso tenga que confesar a la postre, al son de la esposa en Cantares 1.6: Me pusieron a guardar las vias; y mi via, que era ma, no guard. La gran necesidad de quien ensee es la santidad en su propia vida, una devocin propia a Cristo, una dependencia personal en la abundante gracia de Dios junto con la sabidura que viene de lo alto. Si alguno de vosotros tiene falta de sabidura, pdala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le ser dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra, Santiago 1.5,6.

2 Estudiar al Salvador

Considerad a Aquel, Hebreos 12.3. Nos corres-ponde cantar: Ms de Jess quiero aprender, ms de su gracia conocer Nicodemo dijo de l: Sabemos que has venido de Dios como maestro, Juan 3.2. María escogi la buena parte al sentarse a los pies de Jess y oir su palabra, Lucas 10.39,42. El testimonio de aquellos que escucharon a l fue que enseaba como uno que tena autoridad.
Vamos a considerar cuatro caractersticas del gran Maestro: sus recursos, sus motivos, su estilo y su metodologa.
Primero, consideraremos
los recursos del Salvador,
o sus aparejos espirituales.
Tengamos presente que l vivi cual hombre y maestro de la misma manera que nosotros deberamos vivir la nuestra como cristianos y maestros, dejndonos ejemplo, para que sigamos sus pisadas, 1 Pedro 2.21.

  1. En primer lugar, l vivi en entera dependencia de su Padre y entera devocin a l. Vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Hebreos 10.7. La voluntad de Dos era el objetivo supremo de su vida, y en una ocasin dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envi, y que acabe su obra, Juan 4.34. Tambin: Yo vivo por el Padre, 6.57. Esta dependencia exclusiva se manifest en las noches enteras que pas en oracin. El tenor de su vida qued resumido en las palabras que pronunci en las sombras del Getseman: Padre mo hgase tu voluntad, Mateo 26.42.
    Si nosotros vamos a ser maestros, l quiere que nos entreguemos a l, de suerte que comprobemos cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta, Romanos 12.2. Es por dems significativo que la oracin que l ense a sus discpulos rece en parte, Hgase tu voluntad, como en el cielo, as tambin en la tierra, Mateo 6.10. Solamente en la medida que vivamos dependientes de l y devotos a l, vamos a estar en condiciones de seguirle en la senda que nos ha trazado.
  2. En segundo lugar, l vivi aqu bajo el control absoluto del Espíritu de Dios. Es maravilloso trazar esta sumisin en la vida del Seor:
    En su encarnacin se le inform a María que el Espíritu Santo vendr sobre ti, y el poder del Altsimo te cubrir con su sombra, Lucas 1.35.
    En su bautismo el Espíritu descendi sobre l como paloma, Mateo 3.16,17. Fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo, 4.1.
    Al inicio de su ministerio pblico l anunci: El Espíritu del Seor est sobre m, Lucas 4.18.
    En cuanto a su muerte expiatoria, leemos que mediante el Espíritu eterno se ofreci a s mismo sin mancha a Dios, Hebreos 9.14.
    Finalmente, fue declarado Hijo de Dios con poder, segn el Espíritu de santidad, por la resurreccin de entre los muertos, Romanos 1.4.
    De la misma manera, si nosotros aspiramos a obedecer el mandamiento del Seor a hacer discpulos a todas las naciones, tendremos que ser guiados y controlados por el Espíritu de Dios quien ha morado en nosotros a partir del momento en que confiamos en Cristo por salvacin; Efesios 1.13. Se nos exige estar llenos del Espíritu, Efesios 5.18, y guiados por l en sendas que agradan a Cristo, Glatas 5.18. Se nos advierte no contristar al Espíritu Santo, con el cual fuimos sellados para el da de la redencin, Efesios 4.30. Sin la operacin suya en y por medio de nosotros, no se puede llevar a cabo una obra eficaz, ni en la presentacin del evangelio ni en la instruccin del pueblo de Dios. Certeramente, No con ejrcito, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehov, Zacaras 4.6.
  3. En tercer lugar, l vivi aqu en perfecta obediencia a la palabra de Dios. Amaba, estudiaba, obedeca y empleaba este libro a lo largo de todo su ministerio. De l fue dicho: Jehov el Seor despertar maana tras maana mi odo para que oiga como los sabios, Isaas 50.4. Citaba constantemente la palabra de Dios, declarando que no podra ser quebrantada. Reafirm y ratific la palabra de Dios. Poda declarar en todas las Escrituras lo que de l decan, Lucas 24.27,44.
    Si aspiramos ensear con la autoridad que l desplegaba, nosotros tambin tendremos que amar, estudiar, conocer, obedecer y emplear nuestras propias biblias. Nuestros logros, o falta de ellos, como maestros estn en funcin de nuestra disposicin de seguirle a l en su dependencia de y devocin al Padre, en su control por el Espíritu de Dios, y su obediencia a toda la voluntad de Dios revelada en su palabra.
    Segundo, notemos
    los motivos del Salvador.
    Por motivos queremos decir los principios que gobernaban lo que l ense y su comportamiento en servir. Se destacan:
    Su amor y devocin a Aquel que le envi. Yo y el Padre uno somos, Juan 10.30. Eran uno en corazn y propsito. Me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar, 10.17.
    Su pasin, misericordia y gracia hacia los perdidos y culpables. Vez tras vez se dice de nuestro Seor que tuvo compasin del pueblo. Su corazn abrazaba en amor infinito a los que el pecado haba echado a perder.
    Su propia abnegacin en bien de los que amaba, buscaba, quera salv y ense. El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir,
    y para dar su vida en rescate por muchos, Marcos 10.45. Cual buen Pastor l gustosamente puso su vida por las ovejas; Juan 10.11. El amor siempre se mide en funcin de sacrificio, y el amor de nuestro Salvador queda manifestada ampliamente por el sacrificio sin medida que hizo por los suyos.
    Vamos a estar en condiciones de salir y ensear, en cumplimiento con la comisin que l dio, solamente en la medida en que estos principios nos motivan y controlan. Nosotros tambin debemos amar a los que buscamos y conducimos. Esto conllevar el sacrifico de tiempo, energa, talento, dinero y de uno mismo.
    Pero la recompensa es rica; viene da cuando l, cual Juez justo, evaluar acertadamente y premiar abundantemente todo lo hecho a favor suyo. No ser la cuanta de nuestro servicio que evocar su encomio, sino el motivo que dio lugar a aquel servicio. Si este motivo es un puro afn de glorificar Cristo, podemos estar seguros de un galardn ms que adecuado.
    Tercero, vamos a considerar
    el estilo del Salvador.
    Un repaso de los cuatro Evangelios impresionar al lector de tres rasgos sobresalientes: su amabilidad, denuedo y fidelidad.
  4. Su amabilidad: Tena tacto; era diplomtico, corts. Tena consideracin por los dems! l procuraba ganar la confianza de quienes le escuchaban. A los nios les encantaba juntarse en torno de l, contando todos con franco acceso. Fue llamado amigo de publicanos y pecadores, y esto le agrad.
    El maestro de escuela dominical, y otros maestros, deben ser amistosos y accesibles si aspiran ganar los alumnos para Cristo. La actitud de soy ms santo que t jams ha ganado a una sola alma. Todava est vigente la norma que, El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo, Proverbios 18.24. Una postura de frialdad, alejamiento y critica no refleja la del amoroso Salvador a quien profesamos representar.
  5. Su denuedo: Cuando era momento para hablar sin temor del costo del discipulado, l no buscaba esquivar, aun cuando muchos de sus discpulos volvieron atrs, y ya no andaban con l, Juan 6.66. Vemosle tambin con azote de cuerdas, corriendo del templo a los que convertan la casa de su Padre en cueva de ladrones; Juan 2.
    Aun cuando saba todo lo que le esperaba en Jerusaln a manos de hombres impos, l puso su rostro como pedernal sin permitir que nadie le desviara a la senda que condujo a Getseman, Gabata y Glgota. Nosotros tambin tendremos que emularle en su defensa de la verdad a todo costo; Judas 3 habla de contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.
  6. Su fidelidad: l entreg todo el mensaje que Dios le haba dado para declarar. Las palabras que me diste, les he dado, Juan 17.8. Feliz el maestro que puede decir sinceramente, en la soledad de la presencia de Dios, que l o ella ha dado todas las palabras que el Seor le dio para dar. Nos toca como maestros emular la amabilidad, denuedo y fidelidad de nuestro Seor, de manera que la palabra suya sea impresa en los corazones de nuestros oyentes.
    Cuatro, consideraremos la metodologa
    del Salvador al instruir.
    Sus mtodos eran muchos y bien ajustados a la capacidad del individuo o grupo que estaba instruyendo. Nombraremos siete.
  7. Por parbolas. Y maravillosas eran! Aqu tenemos autorizacin para las historias supongamos que . a saber, algo que podra ser cierto en la vida real. Reflexionemos en el impacto sobre uno al escuchar la parbola del hijo prdigo, o la emocin de la gente al oir paso por paso la parbola del bueno samaritano. Sin embargo, es importante notar que se enfatiza una sola verdad en cada parbola. No debemos intentar acomodar todos los detalles de una parbola al aplicarla, sino hacer hincapi en la verdad central que encierra.
  8. Por relatos. Jess narraba incidentes, casos especficos, y sacaba lecciones de ellos. Esta tcnica ofrece mucha oportunidad para el maestro, ya que la historia, sagrada o profana, antigua y contempornea, est llena de acontecimientos que ilustran las grandes verdades de la palabra de Dios.
  9. Por objetos. Cristo hablaba de cielo y tierra para ilustrar su doctrina. Hablaba del pan, agua, puerta, vela, vid, aves, flores, viento, sol, rboles y ms. l empleaba lo visible para ilustrar lo invisible, lo temporal para aclarar lo eternal. Aqu est nuestra carta para las lecciones que emplean objetos o artculos en nuestras clases o ministerios, utilizando el ojo como camino al corazn del oyente.
  10. Por preguntas. Las preguntas de nuestro Seor merecen estudio por parte del maestro hoy da. Los cuatro Evangelios registran ms de ciento cincuenta. A menudo l lanzaba una pregunta a sus oyentes con el fin de estimular la reflexin o generar conviccin. El maestro hara bien en anotar cuidadosamente una lista de preguntas con que probar el conocimiento del grupo y descubrir sus reacciones a la enseanza.
  11. Por ejemplos. Juan 13 proporciona un ejemplo de este mtodo. Habiendo lavado los pies de los discpulos, el Seor les dijo: Tambin debis lavaros los pies los unos a los otros. El maestro nunca logra su propsito tanto como cuando su propia vida es un ejemplo de lo que est enseando. En contraste, Cristo dijo de los fariseos: No hagis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen, Mateo 23.3. Bien se ha dicho que lo que hacemos habla tan duro que el mundo no puede or lo que decimos.
  12. Por milagros. Cada milagro es una parbola en accin. l no slo dijo, Luz soy del mundo, sino lo prob a dar luz a uno nacido ciego; Juan 9. No slo dijo, Soy la resurreccin y la vida, sino resucitó a muertos. El milagro de la regeneracin, visto en las vidas cambiadas de personas que han sido salvas, impresiona la necesidad del nuevo nacimiento sobre la mente del oyente o alumno.
  13. Por exposicin. Este mtodo es sencillamente el sermn. Es la declaracin de ciertas verdades que no admiten otra interpretacin. En una ocasin los discpulos le dijeron a Cristo: He aqu ahora hablas claramente, y ninguna alegora dices, Juan 16.29. Es el mtodo usado mayormente en clases de adultos.

3 Estudiar a los estudiantes

Visualicemos un maestro y una clase delante l, vamos a decir de muchachos y muchachas. Qu sabe de ellos? Que cada cual se pregunte a s mismo, ya que es importante saber no slo qu enseamos, sino a quines. El maestro debe estar consciente de la personalidad, la capacidad y la posibilidad de sus alumnos.
Primero, debe estudiar
sus personalidades.
Nos referimos al carcter de los alumnos. Cada miembro del grupo tiene una personalidad propia. La produccin en lnea est muy bien para la fbrica, pero no aplica a los seres humanos. Dios es un Dios de variedad infinita; ni siquiera las hojas de hierba, o los copos de nieve, duplican el uno al otro. Hay una sola María y un solo Juan.
Con todo, hay semejanzas en la familia humana, y las Escrituras reconocen: Como en el agua el rostro corresponde al rostro, as el corazn del hombre al del hombre, Proverbios 27.19. Esto nos conduce al estudio fascinante de la psicologa bblica. Por psicologa queremos decir la ciencia del alma en sus funciones. Se pregunta en 1 Co-rintios 2:11: Quin de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espritu del hombre que est en l? En otras palabras, nadie puede entender a una persona si no posee el espritu de una persona.
Hay por lo menos dos verdades que el maestro debe saber en cuanto a la personalidad. La primera es que ese alumno es un ser tripartito, compuesto de espritu, alma y cuerpo; 1 Tesalonicenses 5.23.
Es a travs del cuerpo y por medio de los cinco sentidos vista, odo, tacto, olfato y gusto que cada persona se hace consciente del mundo en derredor. El maestro lo sabe a su pesar cuando algn ruido o escena distrae la atencin de su clase o auditorio! Es a travs del alma que el individuo se hace consciente de s mismo. l analiza las impresiones que ha recibido por sus sentidos y llega a ciertas conclusiones, bien a su agrado, o desagrado o indiferencia. Estas impresiones determinan su actitud hacia lo que ve y oye. Por el espritu de uno Dios puede comunicar con l directamente. Por el espritu uno es consciente de Dios. Esta es la parte ms sublime de la naturaleza humana y es lo que distingue el ser humano de la mera vida animal. Es la fortaleza que debe ser ganada para Cristo.
La segunda verdad que el maestro debe tener por delante es que la personalidad propia de cada alumno se manifiesta por su intelecto, sus emociones y su voluntad.
El intelecto le capacita al alumno a adquirir y reproducir conocimiento. Las emociones le permiten expresar lo que siente acerca de lo que sabe. Su voluntad es lo que le permite decidir y actuar con base en lo que sabe y siente. La personalidad es una cosa sagrada que Dios respeta y nunca obliga. El maestro procura percibir la individualidad de su alumno y luego emplea los medios ms idneos para alcanzar su inteligencia, influenciar sus emociones y estimular su voluntad a decidir por Cristo y la palabra de Dios.
Segundo, debe estudiar
sus capacidades.
Las escuelas pblicas y privadas suelen clasificar sus estudiantes en grados o aos conforme a su progreso. Las varias clases se adaptan a la capacidad de sus componentes. Tengamos presente que la Biblia distingue entre adulto y nio. La lecha de la palabra es para el menor que es nuevo en la fe, mientras que la comida slida es para los maduros en experiencia cristiana; Hebreos 5:12 al 14.
Volvamos a la clase que ya hemos visualizado. Cmo va a saber el maestro la capacidad de cada estudiante o qu sabe el grupo en conjunto? La nica manera es por preguntas bien adaptadas y presentadas. Segn sean las respuestas, l o ella puede comenzar a conducir sus oyentes (o deberamos decir participantes) a algo mayor. Muchas son las buenas lecciones que el viento ha llevado porque el maestro no se dio cuenta de que sus alumnos no entendan la materia expuesta,
La prxima pregunta es cmo se puede aumentar la capacidad del alumno. Solamente por usar lenguaje que l o ella entiende, ilustraciones que puede captar y repaso que sirve de fijar la lección en su mente. Es mucho ms deseable que una sola lección sea captada bien que cien lecciones que no comunican nada a los alumnos. Mientras ms visite el maestro a los hogares del estudiantado, ms va a darse cuenta de su grado de comprensin. Pero lo que ms va a fijar la lección en el corazn del alumno es ver que su maestro la vive da a da.
Tercero, debe estudiar
sus posibilidades.
Dentro de pocos aos aquellos muchachos y muchachas sern hombres y mujeres maduros. Y, no todos los adultos en el estudio bblico van a estar. Estas realidades hacen que la obra del maestro sea solemne y sublime a la vez. Est construyendo para la eternidad, y no debe reposar hasta haber puesto a Cristo por delante sus alumnos hasta que sean ganados para l, sea en la salvacin o en la dedicacin como creyentes. Se ha estimado que las tres cuartas partes de los que reciban a Cristo como Salvador, lo hacen antes de la edad de 20 aos. Esta perodo formativo es corto; las impresiones formadas en la niez y juventud perduran de por vida.
Quin sabe que ese muchacho travieso, si se gana para Cristo, no va a ser un honrado siervo suyo. Charles Spurgeon era nio en un tiempo; Francas Ridley Havergal no naci poetisa madura. El maestro concienzudo anhela decir en el da de Cristo: He aqu, yo y los hijos que Dios me dio, Hebreos 2.13.

4 Estudiarnos
a nosotros mismos

La Biblia habla mucho de la necesidad del examen propio, el conocimiento de uno mismo, la disciplina propia y el autocontrol. El apstol Pablo, por el Espíritu Santo, escribi una carta a uno que deba ensear la palabra de Dios a los dems; Esto manda y ensea, le dijo, 1 Timoteo 4.11. En su carta a Timoteo encontramos un caudal de consejos provechosos para aquellos que hacen esto mismo:
cmo debes conducirte
en la casa de Dios, 1 Timoteo 3.15.
Si el maestro espera, como debera, que cada alumno en su clase va a comportarse bien, entonces l mismo debe dar el ejemplo en su propia conducta. Tendr que disciplinarse a s mismo sin piedad para vencer cualquier costumbre o bufonera. Desde luego, debe ser puntual en su llegada a la escuela dominical, estudio bblico o reunin de ministerio. Dicho sucintamente, l cumple con Tito 2.7: presentndote t en todo como ejemplo.
Ejerctate para la piedad,
1 Timoteo 4.7.
Como mnimo, el maestro debe ejercitarse en cuanto a su conciencia, mente, vida y cuerpo.
Pablo poda testificar que procuraba tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres, Hechos 24.16. Es una aspiracin costosa, especialmente en lo de siempre, pero es esencial en el servicio cristiano. En cuanto a la mente, citamos Hebreos 5.14: El alimento slido es para los que por el uso tiene los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. l tiene que ser ms instruido que sus oyentes si va a ser tiles para ellos. Confianza en la infidelidad de las Escrituras es fundamental; la ciencia falsamente llamada no tiene cabida en la mente del maestro de cosas espirituales.
La vida espiritual es el tema de nuestro versculo: Ejerctate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. El estancamiento espiritual es un peligro, como lo es volverse rutinario y framente formal en la clase y fuera de ella. El anhelo de Pablo era conocer a Cristo y el poder de su resurreccin. Dijo que prosegua, por ver si logro asir aquello para lo cual fui tambin asido por Cristo Jess, Filipenses 3.10 al 14. Vamos adelante, Hebreos 6.1, es nuestro lema.
El ejercicio corporal para poco es provechoso. Si bien es de valor reducido en comparacin con el ejercicio, en las cosas espirituales, s tiene provecho. El cuerpo exige y merece atencin. Lo fsico guarda ms relacin con lo espiritual que muchos nos imaginamos. El maestro se dar cuenta de que l es su mayor enemigo, y por esto guarda vigilia sobre s. He visto en la pared de una escuela dominical una placa que reza: Cuide sus palabras, hechos, pensamientos, amistades y corazn. Bien dicho; el precio de la paz es la eterna vigilancia.

Precepto es del Seor que gloria yo le d,
cuidando el alma que me dio, viviendo por la fe.
Ejemplo debo dar; mi vocacin cumplir
y mis talentos dedicar a Cristo en servir.
En oracin velar, confiando slo en l.
Si fuere de olvidar capaz, perdido me ver.
te salvars a ti mismo,
1 Timoteo 4.16.
El versculo es: Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvars a ti mismo y a los que te oyeren. En qu sentido el maestro se salva a s mismo? Por qu termina el himno, perdido me ver? Aseguradamente el sentido es guardarse del fracaso, esterilidad, decepcin, perdida de galardn y tristeza en la esfera de cosas divinas. Est por delante el tribunal de Cristo, con su intenso escrutinio y correspondiente galardn o falta de galardn. De esto leemos, por ejemplo, en 1 Co-rintios 3.10 al 15. Si vamos a guardarnos de prdida en aquel da, tendremos que comenzar en este da con miras a la corona, por servicio sincero, abnegado, amoroso.
Consrvate puro,
1 Timoteo 5.22.
Es cierto que el creyente est siendo guardado por el poder de Dios, 1 Pedro 1.5, pero a la vez es cierto que debe guardarse de todo lo que sabe le sera de estorbo en el servicio del Seor.
Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado, 1 Corintios 9.27. Estos golpes no eran para autodestruccin, sino autoconservacin; Pablo era maestro de su propio cuerpo. En 2 Timoteo 2.7 leemos que no nos ha dado Dios espritu de cobarda, sino de poder, de amor y de dominio propio, o disciplina de uno mismo. De las nueve manifestaciones del fruto del Espíritu en Glatas 5,22,23, el ltimo es la templanza.
Hijitos, guardaos de los dolos, 1 Juan 5.21. Otra manera de conservarse es de rechazar todo lo que desplazara a Dios de nuestras vidas. Hay muchos dolos que en s no son malos, pero le exigen a uno la dedicacin que le corresponde slo al Maestro del maestro. El lado positivo se expresa en: Conservaos en el amor de Dios, Judas 21. De que l nos ame, no lo dudamos, pero le amamos a l porque l nos primero? O sea, dejamos que nos ame?
La religin pura y sin mcula delante de Dios es guardarse sin mancha del mundo, Santiago 1.27. Ah, mundo! Todo maestro sabr de memoria, y debe tener muy en cuenta que todo lo que hay en el mundo, segn explica
1 Juan 2.16, consiste en los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Que nos guardemos sin mancha de las tales manifestaciones del pecado.
Aprtate de los tales,
1 Timoteo 6.3 5.
El apstol ha hablado en este prrafo de aquellos que ensean mala doctrina, los envanecidos, contenciosos y aun hombres corruptos de entendimiento. De stos, dice, aprtate. Las amistades, atracciones y argumentos que no honran a Cristo, tampoco le interesan al maestro fiel a su Seor. El que instruye para honrar a su Seor puede decir con Pablo: Procuramos serle agradables, 2 Corintios 5.9.
Hemos hablado, pues de estudiar las Escrituras, estudiar al Salvador, estudiar a los estudiantes a quienes aspiramos ensear,
y estudiamos a nosotros mismos. Creemos necesario hacer todo esto para ser obrero que no tiene de qu avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad, 2 Timoteo 2.15.

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