UN LLAMADO A LA REFLEXION
FORMA DE COMBATIR EL ERROR
Cuando tengamos la tentacin de atacar las supersticiones de
la gente y las costumbres religiosas tan intiles de muchos,
recordemos lo siguiente:
Si vemos por la calle a un perro hambriento y enflaquecido,
pero que lleva en su boca un hueso sucio y viejo que encontr en un vertedero, no podremos convencerle de que lo suelte regandole por buscar huesos entre la basura o razonndole que aquel hueso sucio y viejo no tiene alimento que satisfaga su hambre. Si lo intentamos, y an ms pretendemos quitrselo por la fuerza, lo nico que conseguiremos es que nos ladre y nos muerda.
No puede desechar aquel hueso, aunque sea viejo y sucio,
porque es lo nico que tiene. La nica manera de quitrselo es
echndole una chuleta fresca y apetitosa. El perro notar la
diferencia y l slo abandonar el hueso.
As ocurre con las supersticiones y costumbres religiosas
equivocadas de los hombres. No les regaemos, ni les razonemos, ni intentemos quitrselas por la fuerza. Echmosles una buena chuleta del evangelio de Jesucristo, demostrmosles que a nosotros nos alimenta y sostiene y ellos solos abandonarn sus huesos sucios y viejos.
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