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“No somos un ministerio grande, pero sí somos un gran ministerio”

La Moda

OBJETIVO:

Glorificar a Dios con la forma nos vestimos y arreglamos.

En algunas tiendas es posible encontrar productos a un precio mucho ms econmico que su costo regular al pblico, en ocasiones hasta con el 50% menos. Cul es la diferencia en relacin a productos de su misma clase? Que la envoltura o empaque
tiene algn desperfecto visual.
Eso mismo pasa con nosotros; todo cuenta, tanto lo interior (el alma y el espritu), como lo exterior (lo relacionado al rea fsica de nuestras vidas). A veces pensamos que la toma en que nos vestimos y arreglamos no se relaciona con la santidad o que es indiferente para Dios; pero el quiere la consagracin de todo nuestro ser: espritu, alma y cuerpo (|Tesalonicenses5:23). Esto no significa que importe ms nuestra apariencia que nuestro corazn, ms bien quiere decir que nosotros debemos procurar la congruencia entre lo que somos y lo que reflejamos.
Hay un refrn que dice: Aun que la mona se vista de seda, mona se queda; esto ilustra la necesidad de cambiar nuestro ser desde la raz, de adentro hacia el exterior y no al revs. Pero entonces, cmo podemos vestir de una forma que glorifique a Dios?

I. VESTIMENTA Y COMUNICACIN
Debemos estar seguros que Dios no juzga las apariencias externas, sino el corazn(|Samuel l6:7). Pero tambin debemos estar conscientes que todo lo que vestimos es un reflejo de nuestra personalidad. Los expertos en la comunicacin humana, indican que transmitimos ms mensajes por el lenguaje no verbal (estilo y color de la ropa expresiones faciales, movimientos, olores, etc.) que por las palabras. Al respecto, Dios nos pide congruencia entre lo que somos y nuestra fachada (Proverbios 27:I19), de tal forma que lo externo refleje la verdad de nuestro ser y el interior no sea slo maquillado por una mscara de falsedad.
Cmo sabemos lo que hay dentro de una persona? Nuestras acciones y palabras son la parte visible de lo que somos en el corazn(Mateo 15:19,20). La regla que debemos seguir es procurar quela ropa, accesorios, maquillaje y peinado que usamos, refleje una vida piadosa y modesta (| Timoteo 2:9).
El ornato excesivo, costoso y lujoso puede convertirse en ocasin para discriminar a otros (Santiago 2:1-4) y al mismo tiempo demostrar que que nuestro corazn esta inclinado por las
apariencias, riquezas y vanidades del mundo.
Por otro lado, el descuido fsico tambin puede comunicar flojera o desorden, lo que resultar negativo para nuestro testimonio
El ornato no est peleado con la pureza del corazn, y la calidad tampoco est en desacuerdo con la modestia.
Solo debemos tener un equilibrio que demuestre la sencillez de nuestro ser y devocin a Dios.

II. VESTIMENTA Y CULTURA
Debido a los cdigos morales de cada cultura es difcil establecer un criterio de lo que es bueno o malo para vestir. Pero como
embajadores del Reino celestial, pertenecemos a una cultura mucho ms grande y sublime que cualquiera en el mundo, y esto nos habilita principios que aplican en cualquier lugar y poca. Nosotros debemos
adaptarnos al cambio y a las necesidades del entorno, procurando que nuestra forma de vestir no sea indecorosa paralas personas
que nos rodean, y tampoco que deshonre a Dios. Pensemos, por ejemplo, en los misioneros, usar cierto tipo de pantalones y vestidos, que son mal vistos en las culturas a donde van, pero que
son delo ms normal en su pas de origen. El mismo apstol Pablo tuvo que animar a los corintios a cuidar el uso de su cabello, porque en la cultura de su poca, las mujeres tenan que cubrirse la cabeza por pudor y respeto (I Corintios1:5,6). Sin embargo, todos estaramos de acuerdo que no aplica en todas las culturas, al contrario, en muchos lugares tener la cabeza cubierta es una falta de respeto.
Hay modas que predican una ideologa cultural que atenta contra los principios bblicos. Por ejemplo, algunas transparencias, los estilos melanclicos que conectan con la muerte, algunas prendas orientales que inocentemente hacen honor a sus millones de dioses o la moda muy marcada de algunas religiones y sectas. Todo ello
debe estar fuera de nuestro closet, por motivos de conciencia y para no entristecer al Espíritu Santo.
Hay un reto mucho ms grande, y consiste en remar contra corriente y no dejar que la cultura nos gobierne.
Hoy las costumbres normalizan que hombres y mujeres muestren zonas ntimas de su cuerpo, provocando la sensualidad.
La cultura tambin ha estandarizado accesorios muy estrafalarios, algo similar a la ostentacin que Dios reprueba ( Timoteo 2:9).Y en los ltimos tiempos tambin se ha promovido la moda “unisex”, con el propsito de quitar las barreras diferenciadoras entre hombres y mujeres. Romanos |2:2 dice que no debemos amoldarnos o seguir las modas de este mundo, sino tener una mente renovada en el Espíritu y su Palabra. El cristiano debe ser y vivir diferente porque as reflejamos la santidad de Dios (xodo 19.5, 6;Levitico 18:3,4, 19:2).
III. VESTIMENTA Y MODA
Dios no prohbe ni prescribe un estilo en particular, slo establece el principio de una decoracin que comunique una vida pura. Hay modas que invitan a la sensualidad, y este asunto no se relaciona exclusivamente con el largo de un vestido, tambin tiene que ver con el maquillaje, el peinado, lo ajustado de los pantalones, el escote y
hasta forma de caminar Tampoco es un tema slo para las mujeres; en la actualidad hay modas masculinas muy atrevidas y sensuales, o que se inclinan hacia lo afeminado y “metro-sexual'”.
La industria de la moda es un monstruo incontrolable, sexualiza a la mujer, vende apariencias, nos esclaviza al consumismo, apoya la ideologa homosexual y causa divisiones a causa de los estratos sociales. Lo que comenz supliendo la necesidad de cubrir nuestra desnudez y taparnos del fro, termin convirtindose en una etiqueta social ,donde unas personas creen valer ms por vestir un traje muy caro.
Cada temporada hay nuevas tendencias, y lo que era novedoso hace meses hoy es obsoleto. Hay grandes cantidades de dinero invertidas en el marketing, principalmente a travs de los famosos, que nos ofrecen un estereotipo de cmo vestir hasta el grado de una obsesin por parecerse a la chica o el chico ms “guapo'” del
momento. Si lo vemos con esos lentes, la moda ya no slo es cuestin de gusto, sino que se ha convertido en un verdugo, que nos condiciona a seguir los estndares de personas que aborrecen a Dios.

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