Una Joya De Real Valor

Una Joya De Real Valor

“¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26)

Una familia tenía un bello florero que era una reliquia de
los antepasados. La pequeña hija oyó de su madre: “Es
nuestro tesoro de familia”. Cierto día, se oyó un grande
estruendo y la pequeña niña empezó a lamentarse. La madre,
corriendo, vino a su encuentro y a encontró caída, llorando,
al lado del florero quebrado. “¿Qué aconteció?” preguntó a
la hija. “Yo quebré el tesoro de familia”, ella contestó,
aún hipando. Su madre a levantó y dijo: “Sí, pero usted está
bien”. Cuando la niña se volvió adulta ella comentó: “yo
descubrí, en aquel día, que yo era el verdadero tesoro de
familia.”

Es increíble como valoramos las cosas materiales de ese
mundo, cual si fuesen tesoros imprescindibles a nuestra
felicidad. Creemos que seremos felices si tenemos muchos
dieses tesoros e infelices se nada tengamos. Damos
desorbitado valor a cosas que no tienen valor y no atinamos
para el hecho de que nosotros, hijos escogidos y separados
por Dios, somos los verdaderos tesoros de ese mundo. Somos
nosotros que tenemos valor y no los bártulos que poseemos o
no.

No es nuestro bello coche que heredará los Cielos de gloria,
ni nuestra bella casa próxima al mar, ni el grande saldo en
nuestras cuentas bancarias. Todo eso es pasajero y se
quedará aquí en este mundo. Lo que realmente tiene valor es
nuestra vida. Fue por nosotros que Jesus vino a este mundo.
Fue por nosotros que Él murió en la cruz. Fue a nosotros que
Él dispuso las moradas celestiales. ¡Somos el tesoro real y
eterno!

Sí, tenemos mucho más valor que los pájaros de nuestro verso
inicial. Tenemos más valor que las más caras joyas de ese
mundo. Tenemos mucho más valor que los anhelos fracasados
que se quedaron para detrás.

¡Usted es la grande joya de Dios! Deje que Él guarde ése
tesoro… ¡para siempre!

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