¿Quiere Entrar?

¿Quiere Entrar?

“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y
entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Juan 10:9).

Un hombre, de la ciudad grande, seguía en su coche para
Vermont, con el propósito de visitar un viejo amigo. En
cierto momento del viaje, sintiéndose perdido, paró su coche
junto a un grupo de hombres que conversaba enfrente a un
pequeño almacén a buscar informaciones. Debruçandose sobre
la ventana del coche, él dijo: “quiero ir para Bennington”.
Despues un momento de silencio, un de los hombres sacó
lentamente la pipa de su boca y contestó: “Nosotros no
hacemos ninguna objeción.”

Tomando por base nuestra ilustración, podríamos reflexionar:
¿para dónde nosotros queremos ir? ¿Estamos ciertos de
conocer el camino? ¿Estaríamos, por acaso, sintiéndonos
perdidos?

Muchas veces sabemos para donde anhelamos ir y conocemos el
camino para llegar allá, pero, ¡continuamos perdidos!
Creemos que el camino es bueno y que podremos disfrutar
muchos placeres, mas, luego descubrimos que no era el mejor
para nosotros y que la alegría era pasajera y engañosa.

El mundo no hace objeción alguna a ésas nuestras andanças.
Por el contrario, él nos incentiva y nos aplaude. Y, cuanto
más avanzamos por esos caminos, más nos alejamos de Dios y
más perdidos nos quedamos. Si el mundo no hace objeción,
¡Dios hace!

Nuestro Dios no quiere nuestra tristeza y ni nuestra
perdición. Él nos muestra el Camino verdadero de la
felicidad. Él nos conduce por la puerta angosta para que
alcancemos los campos de Sus maravillosas bendiciones.

Siguiendo el Camino del Señor jamás estaremos perdidos. Con
Cristo nosotros siempre sabemos para donde vamos y, andando
con Él, jamás estaremos solos en el camino de la vida.

Jesus es la puerta y hace a usted una invitación: ¿Quiere
entrar?

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