“Dios nos usó como estrategia para cambiar el mundo”.
¿Qué importancia hemos dado al hecho de que Dios nos ha elegido para transformar al temeroso en valiente, al incrédulo en uno de gran fe, al perdido en completamente salvo, al corazón odioso en uno que es una fuente de amor puro?
El Señor nos envió a completar Su obra. Nos envió para iluminar los lugares más oscuros, para llevar esperanza a las almas abatidas y derrotadas, para levantar a los caídos y motivarlos a continuar su camino hacia la vida eterna.
Hemos sido elegidos, preparados y enviados. ¡Qué privilegio! ¡Qué bendición!
Si nuestros labios suelen murmurar, a reclamar de la suerte, tratemos de cambiar esa mala costumbre en otro mucho mejor: usemos nuestra boca para glorificar a Dios, para agradecer la confianza que Él tiene en nosotros, para decirle a todo instante : cuenta conmigo siempre.
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