Para reflexionar… ¿Por qué dormiste?

“Por tanto, no durmamos como los demás, si no velemos y seamos sobrios” (1 Tesalonicenses 5:6).

Un joven dramaturgo convenció a un hombre para que asistiera al ensayo general de una obra muy seria, pero desafortunadamente se quedó dormido durante la mayor parte de la actuación. El dramaturgo indignado luego lo reprendió. “¿Cómo pudiste dormir cuando sabías lo mucho que quería tu opinión?” “Joven”, le recordó el hombre, “dormir es una opinión”.

El hombre de nuestra historia usó su actitud como excusa para decir que no le gustó lo que vio. Fue más fácil que confesar que le importaba poco el ensayo. Incluso puede ser que no le gustó y, por tanto, durmió, pero la enseñanza de nuestro Dios, con relación a la llamada que recibimos de Él, es que no debemos dormir.

El mundo presenta un escenario oscuro, lleno de pecados, y muchos necesitan nuestro trabajo para encontrar el camino del Señor. No podemos vacilar ni un instante. Necesitamos estar alerta para aprovechar las oportunidades que siempre aparecen. Por eso hemos sido llamados. Para esto nos envió el Señor. Y durmiendo, no obtendremos los frutos de la salvación que tanto necesita el mundo.

¿Seguirás durmiendo, sin importar lo que esté pasando frente a ti, o trabajarás con determinación para que muchos encuentren a Jesús y lo reciban en sus corazones?

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