Un cristiano de aspecto abatido le dijo a un hermano de la iglesia: “Me siento humillado. He estado en la iglesia durante tantos años y nunca llevé a un pecador a Cristo”. El otro, con simpatía, dijo: “Creo que te sentirás humillado si no empiezas, hoy, a dar testimonio de la importancia de tener a Jesús en tu corazón”. (P. Barbosa)
Nunca es demasiado tarde para comenzar a servir al Señor. Nunca es demasiado tarde para dejar el mundo y comenzar a experimentar las maravillas de la presencia de Cristo. Nunca es demasiado tarde para dejar de llorar y comenzar a disfrutar del gozo de tener tu nombre escrito en el Libro de la Vida hasta que estemos al lado de Dios en las moradas celestiales.
Si nuestra vida es una gran mentira, comencemos, ahora mismo, a vivir la verdad que está en nuestro Señor Jesucristo. Si todos nuestros planes han fracasado y somos el mejor ejemplo de vidas frustradas, miremos hacia arriba y, en la fuerza del Señor, sigamos dispuestos a cambiar de rumbo y comenzar a vivir una vida de grandes conquistas y victorias. Si nuestra lámpara espiritual se apaga por completo, dejemos que Dios nos cubra con su aceite santo para que comience a brillar dondequiera que vayamos.
¡El pasado, olvídalo! ¡El futuro será una gran bendición junto a Jesús!
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