Para reflexionar… Lluvia O Sequedad, No Importa

“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias” (Colosenses 2:6, 7).

Un hombre estaba hablando con un granjero sobre sus cultivos de frijoles y maíz. Las lluvias fueron abundantes y los resultados evidentemente buenos. El agricultor sorprendió al hombre con su comentario: “Mis cultivos son bastante vulnerables. Una sequía muy pequeña podría tener consecuencias devastadoras”. El hombre preguntó: “¿Por qué?” El agricultor explicó: “Si bien las lluvias son frecuentes, no se requiere que las plantas empujen las raíces más profundamente para encontrar agua. Las raíces permanecen en la superficie y una sequía las tomaría desprevenido y moriría rápidamente”.

Algunos cristianos experimentan lluvias pasajeras de adoración, compañerismo y enseñanza bíblica. Ante un calvario, una lucha más difícil, como tienen raíces superficiales, pronto abandonan al Señor.

Solo aquellos que están profundamente arraigados en su experiencia personal con Dios son capaces de soportar los momentos de sequía espiritual.

Cuando entregamos nuestras vidas para ser guiados por Cristo, las circunstancias del camino no importan. El Señor está con nosotros, lucha y gana por nosotros. Estamos a salvo y no solo cuando enfrentamos grandes tormentas espirituales, sino incluso cuando vivimos en días de verdadera sequedad, nada nos sacude. Nuestras raíces son firmes y nuestros frutos son abundantes.

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