“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10).
“Ningún tonto es tan inoportuno como los que tienen algo de inteligencia”. (Francois de La Rochefoucauld)
Cuando somos verdaderamente inteligentes, sabemos que, en cualquier caso, dependemos de Dios para que nuestras actitudes alcancen el éxito al que aspiramos. Nuestra capacidad solo funciona correctamente cuando nos sometemos a la voluntad del Señor, que lo sabe todo y siempre tiene lo mejor para nosotros. Ser inteligente no es saber todo y hacer todo. Es confiar en Dios y seguir Su guía en todas y cada una de las situaciones o circunstancias.
A menudo perdemos la bendición porque creemos demasiado en nosotros mismos e ignoramos lo que Dios puede y quiere hacer en una ocasión determinada. Él nos conoce mejor que nosotros mismos y sabe cómo utilizar nuestras habilidades y talentos de una manera mucho más rentable. Obedeciendo la voluntad de Dios, tendremos éxito en cualquier esfuerzo.
No es raro encontrar que, en ciertos momentos, lo mejor que se puede hacer es no hacer nada. Esto no significa incapacidad, sino gran inteligencia espiritual, que no proviene de nosotros mismos sino del Señor. Actuando siempre de acuerdo con lo que Dios quiere, nunca cometeremos errores y seremos verdaderamente felices y bendecidos.
¿Estás siempre demostrando tu inteligencia o prefieres dejar que la voluntad de Dios se vea en tu vida?
Visitas: 30