“Tengo miedo de todo”, decía Joana a una de sus amigas. “Creo que por eso no puedo conseguir nada y ni siquiera llego a ninguna parte”.

¿Cómo vencer el miedo que tanto nos atemoriza? ¿Cómo podemos ejercitar el coraje característico de quienes aman al Señor y lo siguen? La mejor manera es pasar el mayor tiempo posible en la presencia de Dios, viviendo con Él en una relación de amor. Cuanto mayor sea nuestro amor por el Señor, menos temor habrá en nuestros corazones.

Nuestro amor por el Señor traerá una gran sensación de seguridad. Después de todo, seguros en Sus manos tendremos la confianza para seguir adelante, sin preocupaciones, sin los temores de quienes desconocen el cuidado del Señor.

Si frente a nosotros hay una gran tormenta, un vendaval fuerte, no temeremos nada porque seremos abrazados por el Dios del amor que nos ha asegurado: “no temas que estoy contigo”.

¿Quién tendría miedo después de una declaración tan poderosa?

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