Preguntaron a un hombre muy rico: “¿Cómo usted consiguió tantas conquistas a punto de hacerlo un hombre victorioso en todo cuanto coloca la mano?” Él contestó: “Yo siempre hice excelentes inversiones. Pero, el principal y primera inversión de mi vida ha sido abrir mi corazón para el Señor Jesús. Con Él en mi vida, todas las otras inversiones fueron muy bendecidas”.

¿En qué hemos invertido en ese mundo para que nuestros días sean colmados de conquistas y para que en todo seamos siempre vencedores? ¿Cuál ha sido nuestra prioridad al comenzar cualquier cosa? ¿Hemos tenido el cuidado de consultar al Señor, de pedir Su orientación antes de un primer paso? ¿O tomamos una decisión y después pedimos la bendición de Dios?

Cuando iniciamos el día colocando todo cuanto hacemos en la presencia del Señor, cuando pedimos a Él que nos muestre el camino que debemos seguir, cuando decimos a Él que abrimos mano de nuestra voluntad e intereses para que nos muestre cuál el interés de Él para un día de mucha alegría y dicha, entonces podemos ponernos tranquilos que la victoria será más que cierta.

¿Tiene usted un secreto mejor?

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