Para reflexionar… ¿Aceptas El Reclutamiento?

“Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8).

Un ciego se enteró de la necesidad de tener misioneros en un lugar necesitado. Apareció en el cuartel general de la misión ofreciéndose para ir. El líder de la misión, mirándolo, le preguntó: “¿Y cree que puede ser un misionero estando ciego?” El candidato respondió: “¿Tiene alguien más que quiera ir, con la visión perfecta?” “No. Pocos están dispuestos a dejar la comodidad de sus hogares, familiares y amigos, para ir a un lugar desconocido donde no tendrán nada de esto”, concluyó el líder misionero.

La obra de Dios es para todos: los que pueden ver y los que no. Depende del amor al Señor, la voluntad de servir, la pasión por los perdidos. El Señor los llama a todos: “Venid a mí”. El hombre agradecido se presenta y dice “aquí estoy”.

Muchos no entienden por qué un hombre sin pierna, sin brazo, ciego o con cualquier otra discapacidad quiere ser misionero y hacer la voluntad del Señor. Pero la razón es obvia: pocos responden al llamado del Cielo. Pocos comprenden que hemos venido al mundo exactamente para dar testimonio de la verdad. ¡Y la Verdad es Cristo! Y si no testificamos, ¿cómo se encontrará a los perdidos? ¿Cómo encontrarán los tristes gozo y felicidad en Dios?

Vivimos tiempos de angustia en todo el mundo. ¿A quién le importa esto? ¿Quién quiere unirse al ejército del Dios Todopoderoso? ¿Quieres?

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