¿Cómo debería responder la iglesia?

¿Cómo debería responder la iglesia?

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Marjorie había vivido como transexual durante 40 años, vistiéndose y viviendo como un hombre, antes de entrar por primera vez a una iglesia. Después de confesarse con el pastor, él le pidió abandonar su iglesia. Collin dijo, “Yo realmente creí que Dios no podía amar a un pervertido como yo…mi percepción de Dios había venido de otros cristianos que se suponía representaban a Cristo.” En la iglesia, Dennis oyó a la gente decir, “¡Todos los homosexuales deberían ser embarcados fuera del país—merecen ir al infierno!” Él se sintió condenado por sus comentarios, y no tenía idea a dónde acudir a buscar ayuda. ¿Están los cristianos y la iglesia respondiendo como lo hizo Jesús?Considere la interacción de Jesús con la mujer Samaritana en el pozo. Ella había estado casada cinco veces y ahora estaba viviendo con un hombre con quien no estaba casada. Jesús le habló. Yo diría que le habló amablemente. No la llamó pervertida por tener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Él no le pidió que se retirara. Él le ofreció su Agua de Vida que calmaría totalmente su sed. Considere también a Jesús y su interacción con la prostituta sorprendida en el acto mismo de adulterio. Él le dijo que no la condenaba, que no pecara más. Las Escrituras dicen que Jesús fue amigo de los pecadores. La combinación de la Gracia y la Verdad de Jesús los atraía hacia ÉL. ¿Qué pasa con la iglesia hoy? ¿Estos ejemplos reales mencionados más arriba muestran a la iglesia acercando a los homosexuales con la combinación de la Gracia y la Verdad?

La iglesia necesita la combinación de la Gracia y la Verdad de Jesús. Necesitamos compasión sin compromiso. Necesitamos empatía para la lucha que los homosexuales están pasando. Considere cómo responder a los tres amplios grupos – los militantes, los moderados y los que luchan.
Cada grupo necesita una respuesta diferente. Los militantes El militante está con frecuencia en las noticias y en forma agresiva busca una agenda de injusticia, timidez e intolerancia. Son artistas y están muy, muy bravos. Pero detrás de la furia del militante hay un increíble dolor. La militancia de los gays tiene su origen en el dolor. La verdad es que la iglesia los ha herido duramente. Ejemplos como aquellos al comienzo de este
artículo les ha ocurrido en muchas ocasiones. Los homosexuales se dan cuenta muy temprano en la vida que ser diferente es ser herido. Cuando la
iglesia acumula condenación y rechazo sobre ellos, ellos llegan a la conclusión, “Olvidémonos de la iglesia, debe haber una comunidad que me acepte. No permitiré que nadie me lastime otra vez por una condición sobre la cual no tengo el control.

Así que, ya que no debemos dejarnos intimidar por la militancia gay, tampoco debemos unir su furia con la nuestra. Debemos respetar su dolor. Debemos hablar y pelear justamente. Debemos rehusar volvernos lo que ellos dicen que somos – fanáticos. La ira justa habilita, el odio invalida.
Los moderados Los moderados no buscan una agenda pública. Pero quieren vivir una vida en paz como cualquier otra persona en la sociedad. Ellos quieren y en efecto han hecho contribuciones muy significativas a la sociedad. Muchas personas dentro de la iglesia tendrán un compañero de trabajo o un amigo que es un moderado. Estas personas de la iglesia se sienten atrapadas entre la amistad a sus compañeros de trabajo y la moralidad de la iglesia. La forma de Jesús de acercarse era enfocarse en sus corazones, invitándolos a abrir sus corazones al amor de Dios. El no se enfocó en sus pecados. Deberíamos seguir el ejemplo de Cristo, reconocer su valor ante los ojos de Dios, descubrir lo que tenemos en común, amarlos en el Reino y permitir que Dios haga su obra de transformación, a la santidad. Recuerde que no es su trabajo corregirlos o cambiarlos.

Estuve una semana con un miembro de la familia que es gay. Conocí sus amigos gays. Fui a sus fiestas gay. Durante la semana los traté con respeto y amistad. Al final de mi estadía me dijo, “Entraste a mi mundo. Me trataste a mí y a mis amigos con respeto. Necesito lo que tú tienes. Por
favor no me abandones.” Ella reforzó la lección de Jesús que también nosotros debemos ser amigos de los pecadores. Las amistades santas atraen las personas a Jesús. La lección que este miembro de familia me ha enseñado es que como cristianos estamos llamados a sentirnos incómodos para lograr una diferencia en nuestro mundo. Las amistades santas son incómodas. Cuando a usted le preocupa lo suficiente el acercarse a los homosexuales y a sus comunidades, está arriesgando bastante, y esto será una incomodidad. Arriesga parecer comprometerse, arriesga los malos entendidos. Alguien mal interpretará el por qué usted es amigo de un homosexual. Usted se sentirá incómodo con algunos de sus pensamientos, palabras y acciones.

Esto quiere decir que necesita oír y descubrir. Necesitará estar consciente de las barreras culturales. Hay una cultura gay y usted se involucrará en relaciones inter-culturales, como los misioneros que van a países extranjeros. Ríase de usted mismo y haga preguntas. Uno que antes era homosexual que trabajó como miembro en uno de los ministerios de Éxodo dijo,”Si dieran Oscares para la mejor actuación heterosexual, yo me lo ganaría. Pero, no podría mantenerlo ya que por años fui a bares homosexuales, usando alcohol y drogas para dormir el dolor. ¿Encontrará esto incómodo en algunas ocasiones? SI. Cuando usted se acerca más a los homosexuales y a sus comunidades arriesga el ser mal interpretado y el parecer comprometido, lo mismo que Jesús experimentó. Estoy seguro que Jesús también se sintió incómodo de ser “el blanco” de las prostitutas
con quien él era amigo. Pero la recompensa es las personas volviéndose a Jesús.

Los que luchan
Yo fui un luchador. La gente religiosa me decía,”Yo te amo, pero no me gusta tu conducta”. A pesar de sus intenciones, todo lo que les oía decir era “No tienes valor”. ¿Por qué no podían decir, “Yo te amo y Dios te ama”? Cuando Dios me habló, yo simplemente oí, “Yo te amo, yo te amo.” Eso fue todo lo que oí y me golpeó. ¿Qué podía decir sino, “Dios perdóname por vivir mi vida sin ti”? Debemos oír y responder a las cosas más profundas. Abandone sus esfuerzos por cambiarlos. Usted no puede hacerlo. Manténgase orando y preocupándose por ellos. Responda con apoyo al que batalla quien dice, “Quiero lo mejor de Dios para mi vida”. Se precisa un milagro. Tiene que nadar contra la corriente para dejar el estilo de vida gay, así como las iglesias gay, los bares y las noticias de celebración de los medios de comunicación de la vida gay. Pero el homosexual no está más allá de la Gracia y el Poder de Dios.

A menudo el homosexual piensa que llegar a Cristo hará que sus antiguos deseos se desvanezcan instantáneamente. Pero esto no sucede. Cuando la batalla continua un nuevo temor emerge. “¿Quizá no he cambiado?” No seamos como los amigos de Job y digamos, “Realmente no haz nacido de
nuevo”. Los que luchan pueden fácilmente desilusionarse de Dios y de la iglesia cuando los cristianos constantemente hablan de los homosexuales en forma negativa. No podemos simplemente predicar contra el pecado. Tenemos que ofrecer alternativas reales y grupos de apoyo. En su nuevo libro, Una Fuerte Desilusión: Confrontado el Movimiento Gay Cristiano, Joe Dallas ha dicho “Los pastores enmarcan (describen) el problema en la sociedad, pero pocos añaden”. Quizás alguien también aquí está luchando con este pecado. Resístalo – Dios estará con usted cuando lo haga. También nosotros estaremos con usted.

Alguien debe hacerlos sentir valiosos y debe aplaudir sus esfuerzos. Nunca subestime el poder de la amistad. La santificación procede de una experiencia suya, mía y de Dios. Después del último intento de suicidio, Marjorie fue a la iglesia y oyó una predicación sobre la mujer que tocó el borde del manto de Jesús. “Si no envías a alguien a ayudarme esta noche, no volveré a molestarte,” oró. Cuando se estaba retirando escuchó una voz, “Soy la esposa del pastor, ¿puedo ayudarla?” Majorie comenzó a llorar, “No puedo decirte, porque me pedirás que me retire.” La esposa del pastor le respondió, “Dios quiere que te diga que él puede y que él te desatará y hará libre”. Marjorie comenzó a gemir. “Era la primera vez en mi vida que había oído que había esperanza – esperanza para mí,” recuerda ella. Esa conversación sucedió hace más de veinte años y la vida de Marjorie ha cambiado drásticamente desde entonces. Ella dice, “Dios no solamente me salvó, sino que ha traído sanidad en cada aspecto de mi vida.”

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